Hagamos memoria

La memoria puede ser el cementerio más grande y oscuro. La memoria puede ser el pozo sin fondo donde algunos arrojan la Historia, para que se pierda en tanta negrura. Puede ser una herida de sangre fresca y dolor constante, como toda llaga abierta.

Pero resulta que también puede ser otras cosas. Como un bloque de piedra, dependerá de las manos que la trabajen para conocer la forma que tomará. Entonces, la memoria puede ser la transformación de la pena, porque el recuerdo del pasado desgarra, pero es necesario mostrarlo, pensarlo de nuevo, hacer algo más para que no se repita y abra otras heridas de esas que son para siempre. Entonces, la memoria sana.

La memoria engendra vida, mientras se nutre de los recuerdos. Entonces la memoria educa, enseña a no repetir el odio sistemático. Entonces la memoria ya es otra cosa. Porque, cuando la memoria demuestra que puede ser abrazo amoroso y acompañamiento solidario, ya no es más aquel camposanto de miedo e indiferencia, sino tierra fértil y generosa.

Entonces, la memoria es un ejercicio. Es algo que se hace, no una mera situación ocurrida o anclada en otra época. Es algo que se construye, se elabora, se amasa como un pan, que luego se parte y reparte. Para que alimente, para que crezca, para que de fuerzas.

En días en que el sano ejercicio de la memoria no podrá encontrarnos practicándolo en las calles, como acostumbramos, la marcha irá por dentro. En nuestras casas, cuidándonos en comunidad, teniendo memoria.

Porque hoy no podemos salir porque la salud de nuestras sociedades peligra. No podemos estar afuera, levantando las banderas, cantando las canciones, abrazando a nuestras Madres y Abuelas en esa reconfortante práctica empírica que tanto nos gusta. Hoy marchamos en casa.

Porque no nos han vencido, después de 44 años de lucha. Porque estamos acá, por los que ya no están y por las y los 30,000 que no sabemos dónde están. Y por las y nietas y nietos, hermanas y hermanos nuestros: no los dejaremos de buscar.

Entonces, no nos vamos a ahogar en la tristeza. Hagamos de los dolores y las penas más crueles las semillas de otras cosas, y que sean bellas, que sean buenas, que sean para todos y todas. Transformemos el aislamiento forzoso en un aprendizaje cariñoso, en palabras solidarias, en acciones generosas. Que esta manera necesaria de separación física fortalezca los lazos sociales y reacomode algunas prioridades.

Hagamos memoria, ya sabemos cómo ponernos de pie. Hagamos memoria, ya sabemos que nadie se salva solo ni sola. Hagamos memoria, y pronto, vas a ver, nos volveremos a abrazar.

Hoy en nuestras casas, en esta misma baldosa, marchamos igual. Como aprendimos de esas mujeres que cambiaron la historia, haciendo una ronda, resistiendo todo, dando vueltas y vueltas, siempre en el mismo lugar.