La odisea de la rana

La naturaleza del escorpión puede enseñarnos algunas cosas. O, al menos, cierta literatura sobre ella. Por ejemplo, tenemos esa fábula atribuida a Esopo que nos relata la breve historia entre un escorpión que le pide a una rana que lo ayude a cruzar el río, prometiendo no hacerle daño, puesto que si lo hacía ambos morirían ahogados. La rana le cree y lo sube en su lomo. Y parecería un pequeño cuento sobre la solidaridad, pero no. Porque cuando estaban a mitad del río el escorpión picó a la rana que, moribunda e incrédula, le preguntó cómo pudo hacer semejante cosa: ahora morirían los dos. A punto de ahogarse, el escorpión se excusa: “No he tenido elección; es mi naturaleza”.

A veces las y los argentinos, cuando queremos con desesperación llegar a la otra orilla, logramos conseguir cómo cruzar. Pero cuando empezamos con esfuerzo la ardua tarea, atentamos contra nuestras posibilidades, a conciencia. O como un estigma. Sucede que no somos escorpiones: la excusa de la esencia, de la condición original, no aplica.

Hagamos un breve resumen: Tarjeta Alimentar, Programa Remediar, Vademecum con 170 medicamentos gratuitos para afiliados al PAMI, mejoras en la AUH y en las jubilaciones, suspensión de aumentos tarifarios. Paritarias, doble indemnización. Políticas de incentivos para Pymes, soluciones habitacionales. ¿Alcanza? No: a un hambriento no le quita el hambre comer día por medio, solo se lo regula. Porque durante cuatro años lo único que aumentó fue la inflación, las tarifas (3000%), la miseria y la desesperación.

Durante cuatro años nos asomamos con espanto al río del macrismo. En 2017 volvimos a despuntar el vicio patológico, que creemos natural, y picamos a la rana, y nos hundimos con ella. Y esa pudo ser la última vez que votamos en nuestra contra. Porque a partir de allí nos dimos a otra tarea, y dejamos de agruparnos en la orilla para observar cómo el macrismo arrastraba en su caudal nuestro presente y futuro. Ya no nos alcanzó el espanto y nos empezó a unir otra cosa. Una idea, una posibilidad, una esperanza: la de ser mejores. La de trascender las individualidades, la de construir en solidaridad, con generosidad.

Entonces, si unidos y unidas pudimos madurar y crecer, será unidos y unidas como sostengamos y profundicemos lo logrado y reconquistado en poco más de dos meses de gobierno. Porque no es voluntarismo, es responsabilidad cívica. También lo era reclamarle a Macri la destrucción del salario, el endeudamiento feroz y centenario, la fuga sistemática, la represión y el hambre.

Ahora los indicadores mejoran, se aumentan jubilaciones en vez de ajustarlas, se defiende la soberanía económica, se trabaja en el fortalecimiento regional, se invierte en ciencia y tecnología, y la diversidad es bandera. Ahora, como siempre, los medios hegemónicos atacan y mienten, mientras callaron las brutalidades de Macri y Vidal. Y aunque ningún argentino nace escorpión, sabemos que podemos tomar malas decisiones, como el necio artrópodo, y ahogarnos en las mismas aguas de siempre.

Entonces, ahora, cuidemos mucho a la rana, tratemos de remar con ella. Porque este río es profundo y bravo, pero hay quienes tratan de llegar a la orilla llevando a cuestas a quien haga falta. Porque, aunque a Esopo no le interesó esta otra moraleja para su fábula, en la nuestra, la argentina, la rana sabe que hay que arriesgarse por el otro, por la otra. Porque, quizá, la rana pueda cruzar sola, pero pone su pellejo en juego porque entiende que la salvación es otra cosa.