Caretas de barro

El domingo 11 de agosto las y los argentinos elegimos candidatos a Presidente. El lunes 12, el Presidente eligió ser un irresponsable. Y salió por los grandes medios de comunicación a intimidar, amedrentar y amenazar al pueblo argentino. Ya lo había hecho antes, cuando dijo que no lo pusiéramos loco porque nos podía hacer mucho daño. Bueno, parece que no le cae en gracia no ser votado por la inmensa mayoría del electorado, parece que no le hace bien el rechazo, y se puso loco y salió a decir cualquier cosa, mientras la economía se cae a pedazos minuto a minuto. Y sí, nos hizo y hace mucho daño.

Hasta aquí la culpa del desastre que el gobierno de Cambiemos comenzó a desencadenar a pocos días de asumir la representación del Estado era achacada al gobierno anterior. A partir de este lunes es del gobierno que viene. Porque son aun más inescrupulosos hoy que ayer. Porque Macri y Vidal siempre fueron esto que vemos ahora, cuando el maquillaje de los globos y el baile histérico se cae con estrépito insoslayable: sus caretas son de barro y está lloviéndoles fuerte. Ahora, finalmente, quienes los votaron y quienes no, podemos verlos directamente a la cara, y vemos muecas de horror.

Pretenden hundirnos en una nueva pesadilla, nos dicen que si los mercados estallan y el dólar trepa con el vértigo del desastre, es nuestra culpa. Porque no lo votamos a él ni a Vidal, porque le dijimos basta, porque decidimos reconstruir la Patria unidos, unidas. Entonces, será nuestra culpa dar por tierra con el neoliberalismo, con esta casta de insensibles que nos gobiernan, pero la historia de terror que escriben día a día desde el macrismo toma los ribetes y giros de la desesperación. Ojalá sea una historia de terror de las de Stephen King, así, al final, las y los pibes derrotan al payaso.

Pero las urnas han hablado, han gritado. Y esta vez no es el odio lo que mueve las voluntades de tantos y tantas, no es la mentira y el absurdo a la orden de los poderosos de siempre, no. Es el amor, es la esperanza. Es por eso que es diferente, porque es a favor de todos, todas, todes y en contra de nadie. Y esa fuerza es indetenible, como el mar. Porque hemos sido testigo de la conformación amplia y plural, de la unidad del campo popular, aquella que durante tanto tiempo pareció una esquiva quimera, lejana, una ilusión, una utopía. Pero como nosotros y nosotras generamos nuestras propias oportunidades en vez de esperar que pasen frente a nuestros ojos, aquí estamos con generosidad, con respeto, con empatía, y con una inmensa alegría. Porque también sabemos que lo que estamos construyendo es grande, es enorme, y nada tan glorioso podría hacerse sin alegría.

Hemos empezado a vencer a la bestia del odio y la ignorancia, de la mentira, de la impunidad. Y lo hemos hecho con la herramienta que elegimos, algunos desde hace mucho tiempo: la política. Porque aprendimos a pasar nuestras ideas y nuestras prácticas por un tamiz amoroso, inclusivo, diverso. Porque nos hemos abrazado fuerte, en la plaza, el día que todas y todos nos convertimos en calabaza. Y no nos vamos a dejar de abrazar nunca más, eso también lo aprendimos. Y ahí, en el dolor, nos prometimos ser fuertes, entre las lágrimas. Nos prometimos resistir, por nosotros y nosotras, y por el otro, que es la Patria. Prometimos vencer.

Y aquí estamos, casi cuatro años después, hombro con hombro, codo a codo, luchando. Estamos unidos y unidas, hemos comenzado a reconstruir los lazos fraternales que se resquebrajaron cuando confundimos prioridades. Hemos crecido, hemos madurado, nos queremos más, somos mejores. Y vamos a gobernar el país, la provincia y la ciudad de Mar del Plata. Porque no tenemos miedos, sino esperanzas. Porque no tenemos rencores, sino propuestas. Porque quienes ganaron estafando al electorado ahora pretenden juzgarlo y condenarlo cuando no los elijen. Entonces no tengamos dudas, tengamos certezas: no “se van”, qué simpleza, los vamos a sacar reventando las urnas de sueños.

Quizá este 9 de diciembre por primera vez en su vida Mauricio Macri sienta lo que él le ha hecho sentir a millones de argentinas y argentinos durante estos 4 años, quizá ese día sienta en carne propia el efecto desastroso de sus políticas crueles cuando, a las doce de la noche él también se quede sin trabajo. Claro que su futuro no será el mismo que el de aquellas personas a las que el ajuste inescrupuloso, el recorte inhumano de su gobierno arrojó a la pobreza y la indigencia. Esas personas que deben seguir resistiendo, porque falta poco, cada vez menos, para que la tortilla se vuelva, y los pobres coman pan en vez de desprecio, para que las y los pibes vayan a la escuela a aprender y no a pasar frío. Para que las y los viejos no tengan que elegir entre comprar el remedio que necesitan para vivir o pagar la luz. Porque ya no habrá más penas ni olvido, porque no será sólo el triunfo del pueblo unido y empoderado, será justicia social. Y será para siempre.