El amor entre Ernesto «Che» Guevara y Mar del Plata

EL CHELa enfermedad respiratoria de Ernestito o “Tete” como le llamaban en familia, marcó profundamente la vida de los Guevara. Y la «Feliz» fue el lugar elegido por y para el Che. Un amor que jamás terminaría.

Su asma crónica fue el motivo principal, para los continuos desplazamientos de residencia. Siempre el objetivo era encontrar el lugar más saludable para que Ernestito sufriera lo menos posible sus ataques.

Después de consultar muchos especialistas y personas que recomendaban cual podía ser el lugar ideal, para que el niño pudiera tener una vida más saludable, los Guevara se deciden por Alta Gracia, en las sierras de Córdoba. Pero más tarde, otro médico les recomendó pasar una temporada junto al mar. Indudablemente, el mejor sitio era Mar del Plata.

«Un día nos decidimos y toda la familia partimos rumbo al gran balneario. Llegamos a la estación terminal de ferrocarril una mañana muy temprano. Toda la familia trepo en un “mateo” tirado por dos caballitos y nos pusimos en marcha hacia la playa. Los chicos estaban locos de contentos. Ernestito, el mayor de mis hijos, era el que más aprovechaba aquel viaje. El aún no había cumplido los años. Después de dar una vuelta por las playas nos dedicamos a buscar alojamiento en algún hotel y lo hallamos en uno llamado Regina. En la azotea de ese hotel alquilamos un pequeño apartamento de cuatro piezas que tenia además a nuestra disposición toda la azotea de la casa. Allí vivimos un par de meses y lo pasamos muy bien”, cuenta Don Guevara Linch, padre del Che, en su libro de memorias.

Don Guevara define muy claramente las características de Mar del Plata: “Difícil hubiera sido para nosotros imaginar lo mucho que nos habría de gustar ese balneario que fuera con el tiempo algo tan atractivo para toda la familia que se convirtió en una verdadera necesidad de ir hasta allí todos los años. En el mes de diciembre o enero partíamos hacia Mar del Plata donde nos quedábamos todo el tiempo que el bolsillo nos permitía. Veranear allí significaba gastar mucho dinero.

«Allá por el año 1945», cuenta, «estaba toda nuestra familia en Mar del Plata. Una noche con algunos amigos decidimos ir a la ruleta. Ernesto entonces tenía diecisiete años y se le había antojado ir con nosotros. Se consiguió un carnet prestado para que lo dejasen entrar. La dirección del Casino exigía tener veinte años cumplidos para permitir la entrada al salón a los jóvenes. Ernesto con sus diecisiete años apenas si representaba quince. Como insistía en ir, entre chanzas y risas al grupo que le rodeaba lo maquillo un poco, le arreglaron el cuello, y le pusieron una gran corbata para que aparentara mas edad. Con estos recaudos Ernesto se lanzo hacia la puerta de entrada. Todos estábamos pendientes de lo que iba a suceder. Los porteros, acostumbrados a la “colada”, apenas lo vieron, encontrándole cara de pibe, le cerraron el paso. Ernesto volvió hecho una furia lanzando toda clase de improperios. Nosotros nos divertíamos en grande con el episodio y lamentando que Ernesto no pudiera divertirse esa noche nos dirigimos hacia el salón principal. Pero cual no seria nuestra sorpresa cuando ya dentro, a quien primero encontramos fue a Ernesto frente a una mesa de ruleta, ¿Como hizo para entrar? No lo supimos nunca.”

Cuando los hijos de los Guevara fueron creciendo dejaron de ir en familia a Mar del Plata. Luego estos viajes al balneario los harían por su cuenta, con otros jóvenes amigos.

“Siguió siempre Ernesto – nos cuenta don Guevara- teniendo un gran interés en aquel balneario y siendo ya un hombre continuamente volvía a Mar del Plata, y lo hizo hasta que partió del país. Cuando Ernesto viajaba con Alberto Granado en el año 1950 rumbo a Venezuela, volvió a pasar por aquel balneario y escribió en su diarios lo siguiente: “Alberto conoció esa noche a un viejo amigo mío, el mar.” “a mi viejo amigo mío” así llamaba Ernesto al mar y ese amigo que conoció en su niñez cuando llegamos a Mar del Palta en aquel cochecito tirado por caballos, lo acompaño muchas veces en su vida a través de tantos viajes que, ya habiendo encontrado su destino, tuvo que hacer por todo el mundo”.

Ernesto en uno de los últimos viaje que realizo como veraneante a Mar del Plata, jugó una partida simultánea de ajedrez con el gran maestro Miguel Najdorf, quien había sido campeón argentino en varias oportunidades. Años después cuando la revolución cubana había triunfado, Najdorf visitó Cuba y realizó otras partidas simultáneas en el Club de Ajedrez y fue invitado el Comandante Ernesto Guevara para que participara de la simultánea junto a Fidel Castro y su hermano Raúl.

A fines de diciembre de 1951, con su amigo Alberto Granado decidió hacer un viaje en moto por «la Mayúscula América», como le llamó a nuestro continente. Salieron desde Córdoba y se trasladaron hasta Buenos Aires donde pasaron las fiestas. El 4 de enero partieron para la costa Atlántica al sur de la provincia de Buenos Aires. Quería despedirse de su novia Chichina Ferreira, que veraneaba en las playas de Miramar, muy cerca de Mar del Plata. Desde esta ciudad se trasladan hasta Necochea, otro importante balneario más al sur, donde vivía su tío Saravia. Así comienza el primer viaje por América Latina con su amigo Alberto Granado. Ernesto Guevara al poco tiempo se convertirá en el Che.