Blindando a Cariglino

El intendente de Malvinas Argentinas se ha convertido en una figura mimada por la derecha neoliberal.  Su proyección incluye un operativo de blindaje que evita cualquier referencia a los puntos oscuros de su gestión.
Por Luis Melillo (*) | Desde que rompió con el gobierno nacional para retomar la causa del duhaldismo, Cariglino ha logrado generar una expectativa positiva en la derecha neoliberal argentina, que lo ubica como una pieza significativa en su estrategia electoral para 2013. Es la posibilidad concreta de hacer pie en el Conurbano. La debacle en las últimas elecciones y el desgaste de sus dirigentes hacen subir aun más las acciones del jefe comunal, hoy alineado con el macrismo.

Cariglino ha pasado a ser una figura mimada por la derecha, que lo exhibe como un ejemplo de gestión y -fundamentalmente- como el intendente que tuvo el «coraje» de enfrentarse al “poder K”. Coraje y gestión es precisamente uno de los eslóganes cariglinistas lanzados últimamente en las redes sociales.

Pero hay una realidad que choca con las ilusiones: Cariglino es un dirigente difícil para el paladar neoliberal. Su imagen está demasiado identificada a lo peor del pejotismo del Conurbano bonaerense, con prácticas patoteriles y un complicado pasado judicial. Por eso, se advierte la esforzada intención de maquillarlo con una pátina que lo muestre como un intendente eficaz y exitoso. El operativo apunta a ocultar los puntos más controversiales de un estilo político que ha convertido a Malvinas Argentinas en un distrito de bajísima calidad institucional.

En este sentido, a Cariglino se lo pasea por los ámbitos del poder: programas periodísticos o encuentros organizados por los think thanks del neoliberalismo (entre otros, estuvo en Consenso Republicano otro en la Universidad Católica), donde aparece como referencia ineludible.

La tarea no es fácil. El jefe comunal malvinense es un hombre que llegó grande a la política, a la que pasó sin escalas desde su quehacer comercial. No es un cuadro con formación política, ni siquiera parece haber frecuentado demasiado las lecturas básicas de cualquier militante peronista. Por eso, suele despacharse sobre los temas políticos con conceptos muy básicos, de bajo vuelo, bastante parecidos a los que cualquier oyente de alguna radio -digamos Radio 10 por ejemplo- podría dejar en el contestador. Igual, poco importa. En definitiva, «es el intendente que se atrevió a enfrentar la soberbia K».

La otra pata de la estrategia para proyectar su figura es su blindaje mediático. El intendente transita programas políticos de consagrados comunicadores donde jamás se filtra una pregunta que pueda ni por asomo incomodarlo. Por supuesto que jamás se mencionan los puntos oscuros de su gestión, como las polémicas en torno al sistema de salud, las denuncias por presuntas mala praxis, los hechos de violencia frente al pediátrico o su desubicada irrupción en medio de una reconstrucción judicial. Ninguno de estos temas mereció mayor atención para los medios hegemónicos.

Lo mismo ocurrió con la sesión abierta de la Legislatura provincial, en la que se sucedieron las denuncias públicas en su contra. En ese sentido, Cariglino descansa tranquilo: su alianza con el poder le asegura un tratamiento mediático favorable.

Blindarlo mediáticamente tampoco es tarea fácil. El intendente sigue fiel a su estilo y suele caer en excesos sin medir consecuencias. Sin ir más lejos, el destrato que propinó a Claudia Ledesma -la mamá que reclama justicia por la muerte de su beba de 6 meses- durante su irrupción a la reconstrucción judicial, es una imagen difícil de revertir, que atravesó unas cuantas capas del pretendido blindaje.

Mientras tanto, Cariglino sigue su derrotero. Disfrutando de sus nuevos socios políticos, confiado en la protección que el establishment político y económico promete ofrecerle.