Avanza el juicio a tres barrabravas de Estudiantes por un ataque a tiros

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El jueves pasado comenzó el juicio oral en el que Iván Tobar y Cristian Pérez están acusados de tentativa de homicidio, por disparar contra Gabriel Mastrovitto por el dominio de la barrabrava del «Pincha». Quedan pocos trámites antes de conocer la sentencia.

El día del ataque, Gabriel Mastrovitto comía un asado en la vereda de la vidriería “Los Bazcos”, en las calles 7 y 513, a la vieja usanza de muchos barrios de la periferia platense. Según se determinó en la investigación judicial, a las 14.20 del 12 de marzo de 2010 dos hombres -Iván Tobar y Cristian Pérez- bajaron de un auto. Tobar avanzó a paso firme disparando a quemarropa con su calibre 32. Todos los comensales –entre los que había dos niños- alcanzaron a saltar de la mesa y refugiarse en el comercio. A Mastrovitto un proyectil le rozó el pecho: salió vivo de milagro. Para la justicia, el episodio se inscribe en una guerra por el dominio de la barrabrava de Estudiantes de La Plata. Tobar es un reputado barra de la facción “Los leales”, mientras que Mastrovitto integraba “La banda del túnel”, la línea opuesta en los tablones albirrojos.

El jueves pasado comenzó el juicio oral en el que Tobar está acusado de tentativa de homicidio junto con Pérez. Hay un tercer hombre, Martín Lamadrid, imputado por encubrimiento. Durante la instrucción de la causa, a través de testimonios, se había identificado a Tobar y a Pérez como los gatilleros. “Si hubo elevación a juicio es porque estaban identificados por testigos. Si no, hubiera sido sobreseimiento”, explicó a Infojus Noticias una fuente del juzgado de Garantías que llevó adelante la Investigación Penal Preparatoria (IPP). “Aunque ahora, en el juicio oral, esos testimonios pueden caer o reinterpretarse”, agregó. Algo de eso pasó: en las audiencias se oyeron relatos de víctimas, testigos y de los presuntos victimarios, pero ninguno de ellos ubicó a los tres hombres del banquillo en la vidriería de Ringuelet.

Quedan pocos trámites antes de conocer la sentencia. Hoy los jueces del Tribunal Oral Criminal II -Claudio Bernard, Liliana Torrisi y Silvia Hoerr-, la fiscal Graciela Rivero, y el resto de las partes visitaron un predio judicial ubicado en la localidad de Olmos, donde permanece secuestrado el Chevrolet Astra de Tobar. Los acompañaba un testigo fundamental: el dueño de la vidriería, Cristian Arrizabalaga, que iba a reconocer el auto para corroborar si era el mismo que se había visto rondar por el barrio minutos antes del ataque. Esa circunstancia fue relatada por el comerciante cuando testimonió, aunque desestimó la hipótesis de la venganza al afirmar que el ataque fue “al voleo”. “Si le querían pegar a Mastrovitto, lo hacían ‘bolsa’, es robusto”, dijo ante el tribunal. Su esposa y dos empleados del local tampoco reconocieron a los acusados. Luego del reconocimiento será el turno de los alegatos.

La balacera tomó a Mastrovitto por sorpresa, aunque no era un novato en esos menesteres y vivía cuidando sus espaldas. Como uno de los lugartenientes del policía Fabián Gianotta -homicida de un adolescente en un boliche de Berisso y líder de la facción “La banda del túnel”, que disputaba la hegemonía de la barrabrava pincha- había quedado envuelto en más de una gresca que solían terminar con sangre. Incluso había estado preso por un triple crimen de policías, en Arana, y por intentar usurpar campos en la San Vicente. En el juicio oral, reconoció haber pertenecido a “La banda del túnel” y la rivalidad con el otro grupo, pero lo relativizó al sostener que “el problema era porque no queríamos cruzarnos en el country (de City Bell lugar de entrenamiento del plantel) donde íbamos a divertirnos y comer asados.”

“Los Leales”, que se hicieron fuentes en Ensenada, habían desplazado a sus oponentes de la supremacía de la barrabrava. Pero la disputa había tenido varios choques. En uno de ellas, unos meses antes del tiroteo, las cámaras de seguridad del estadio de Quilmes –Estudiantes ejerció allí durante un tiempo su localía- lo filmaron apuñalando a Iván Tobar en el abdomen, por el que hay una causa en el departamento judicial de Quilmes. Los códigos del tablón son previsibles: el que se termina de juzgar hoy, creen los investigadores, es el vuelto de aquella afrenta.

 

 

 

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